Juicio EEUU grasas trans
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Sep

Juicio EEUU grasas trans

EEUU mantiene la actividad judicial para que determinadas empresas alimentarias se abstengan de usar las grasas trans o informen al consumidor de los posibles riesgos.
El 16 de mayo de 2007 el Centro para la Ciencia de Interés Público (CSPI, en sus siglas inglesas) presentó ante la Corte Superior del Distrito de Columbia, en Washington, una demanda civil contra una conocida cadena de restaurantes de comida rápida por el uso de aceites que contienen grasas parcialmente hidrogenadas.

 

Las pretensiones de la demandante eran que dicha cadena se abstuviera de utilizar este tipo de sustancias en sus productos o que, en su defecto, informara al consumidor de los riesgos que representa su ingesta para la salud.
Fuente: JUAN RAMÓN HIDALGO MOYA
Fecha de publicación: 4 de junio de 2007

El principal argumento utilizado por el CSPI es que con el uso de estas grasas se está incrementando, de forma consciente, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte temprana. Todo ello cuando sus principales competidores ya han reemplazado el producto o se han comprometido a hacerlo en un breve plazo; y esta conocida cadena de restaurantes, según la demanda, es la única, entre los de comida rápida, que se ha negado de momento a eliminar de su menú este tipo de grasas.
A fin de proteger los derechos del consumidor en EEUU, tanto Nueva York como Filadelfia fueron las primeras ciudades estadounidenses en prohibir por ley el uso de estas grasas en sus restaurantes. En las poblaciones donde todavía esto no ha ocurrido tan sólo queda acudir a los tribunales de justicia.
Antecedentes judiciales
Hace algunos años, una marca popular de galletas fue llevada a juicio por considerar que entre sus ingredientes no anunciados figuraba uno, el ácido transgraso, que era potencialmente peligroso para la salud del consumidor. La demanda fue presentada ante la Corte Superior del Condado de Marin en San Francisco para que el tribunal decidiera prohibir la comercialización de esta galleta.
Algunas empresas de restauración rápida se han comprometido a eliminar las grasas trans de sus menús La sospecha de que el aceite vegetal hidrogenado presente en su contenido podía ser peligroso para la salud otorgaba la base científica de la demanda, avalada, según refería el letrado, por las consideraciones de la Academia Nacional de Ciencias y la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), y la opinión científica, que determinaban que su ingesta podía aumentar procesos inflamatorios y elevar la cantidad de colesterol y de grasa con potenciales obstrucciones arteriales, entre otros problemas.
La Ley californiana determinaba que los fabricantes eran responsables de la falta de información de sus productos si no hacían mención de los peligros que puede comportar su consumo. Al final se llegó a un acuerdo y finalmente la demanda fue retirada. La empresa aceptó la vía de advertir de los posibles riesgos de sus productos a los consumidores de forma voluntaria o bien de cambiar la formulación del producto.
En 2003, la organización Ban Trans Fat, con sede en California, ya había presentado una demanda contra otra conocida cadena de restauración especialista en comida rápida, en respuesta a un anuncio publicado por una cadena de televisión el año anterior acerca de la progresiva retirada de los aceites hidrogenados en la elaboración de las patatas fritas.
La citada cadena de comida rápida estadounidense aceptó pagar 8,5 millones de dólares (unos 6,5 millones de euros) para evitar el juicio por la demanda relativa a la utilización de ácidos grasos insaturados (conocidos como trans fat o grasas trans) y la falta de información que recibe el consumidor sobre la misma. En virtud del acuerdo alcanzado, la empresa se comprometió a pagar 7 millones de dólares a la Asociación Americana del Corazón, destinados a financiar una campaña de sensibilización a los consumidores. Además, la compañía gastaría 1,5 millones más en informar sobre el estado de sus esfuerzos para retirar los trans fat de sus productos.
Esta cuestión no ha estado exenta de dificultades debido a las propiedades de este tipo de sustancias en el negocio de la restauración rápida. La sustitución de las grasas utilizadas en el proceso presentaba ciertas complejidades. La compañía de comida rápida es una de las que se ha comprometido a eliminar dichas sustancias de sus menús o están planeándolo seriamente.
Una cuestión de salud

La demanda planteada en mayo de 2007 contra la compañía de comida rápida mencionada al principio pone de manifiesto que las grasas trans son perjudiciales para la salud de quienes consumen productos alimenticios que las contienen. El CSPI considera que las grasas trans tienen efectos fisiológicos adversos severos. Se trata de grasas sólidas producidas artificialmente por el calentamiento de aceites vegetales en presencia de catalizadores metálicos e hidrógeno.
Este tipo de sustancias se producen comercialmente en grandes cantidades para solidificar aceites vegetales, lo que provoca un aumento del nivel de colesterol LDL (el colesterol malo) en la sangre, y hace disminuir el nivel del colesterol bueno (HDL).

La cuestión es que tales hechos afectan a las paredes de los vasos sanguíneos, dando lugar a un incremento de riesgo de padecer enfermedades coronarias, además de incrementar el riesgo de diabetes. Alrededor del 80% de las grasas trans consumidas en EEUU provienen del aceite vegetal hidrogenado.
Cuando a partir de 1990 fue generalizándose su uso en el ámbito de la restauración rápida y en otros ámbitos alimentarios, las grasas trans no eran consideradas perjudiciales para la salud como sí lo eran otro tipo de grasas animales utilizadas hasta la fecha.

Sin embargo, nuevas investigaciones determinaron que esta grasa era más dañina que otras utilizadas en el ámbito alimentario. Así, la Escuela de Salud Pública de Harvard realizó un informe sobre las consecuencias positivas respecto a la eliminación de las grasas trans en la salud de la población.
Investigaciones más recientes determinaron que la eliminación de las grasas trans en el ámbito industrial podría evitar entre 72.000 y 228.000 muertes al año en EEUU. En 2003 la Academia Nacional de Ciencias y el Instituto de Medicina recomendaron a los consumidores la mínima ingesta posible de grasas trans que fuera posible.

La FDA informaba en 2004 sobre las características perjudiciales de este tipo de sustancias. Otras asociaciones científicas vinculadas a enfermedades cardíacas, como la Asociación Americana del Corazón, recomendaban una ingesta de grasas trans inferior al 1% del total de calorías consumidas diariamente. Consideran que no debe consumirse más de dos gramos de estas grasas en una dieta de dos mil calorías diarias.

Otro de los pilares básicos de la nueva demanda planteada en 2007 contra la cadena de restaurantes de comida rápida reside en la infracción del derecho de información al consumidor sobre la presencia de grasas trans en determinados productos y a los riesgos que su consumo pueden generarle. De hecho, denuncian que los consumidores no tienen posibilidad de tener información sobre qué productos de entre los consumidos contienen grasas trans. Los consumidores son incapaces de detectar con la vista, el gusto o el olfato si los productos que ingieren han sido o no cocinados con este tipo de sustancias, pues a pesar de que a temperatura ambiente se mantienen en estado sólido o semisólido, en el equipo de fritura aparecen en estado líquido y se asemejan a otro tipo de aceite.

El CSPI considera que los productos así elaborados y cuyos riesgos no son advertidos a los consumidores son productos inseguros y no aptos para el consumo según las leyes del Distrito de Columbia, que es donde se presentó la demanda. Ante la omisión de información, el consumidor no tiene forma de protegerse. De momento, la solución judicial es la única vía en EEUU para conseguir que determinadas empresas de alimentación eliminen en su proceso de elaboración este tipo de sustancias perjudiciales para la salud, máxime si así lo han hecho la mayoría de empresas del sector o se han comprometido seriamente a ello, o bien para que se vean compelidas a informar al consumidor sobre los riesgos derivados de la ingesta de estos productos.

En algunos casos el legislador se ha adelantado a los jueces, prohibiendo el uso de estas grasas en sus restaurantes, como ocurrió en las ciudades de Nueva York y Filadelfia. Las medidas adoptadas por la FDA para obligar a las compañías a indicar la cantidad de ácidos grasos trans se consideran insuficientes para proteger adecuadamente al consumidor, pues no se informa al mismo de los riesgos derivados del consumo de este tipo de sustancias.

A nivel internacional, Dinamarca fue el primer país en obligar en 2003 a las empresas a informar en las etiquetas de sus productos sobre el contenido de grasas trans. Otras iniciativas como la argentina, gracias a la ayuda de las intervenciones y según datos extraoficiales, han logrado disminuir desde 2006 un 40% la producción industrial de grasas trans, contribuyendo de forma generalizada a disminuir los riesgos derivados de su consumo. La Asamblea Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha difundido nuevas recomendaciones globales sobre dieta, actividad física y salud, entre las que incluye «eliminar los ácidos grasos trans

»¿Qué son las grasas hidrogenadas?

Grasas de origen vegetal que en nuestro organismo se comportan como grasas saturadas cuyo exceso contribuye a aumentar los niveles de colesterol sanguíneo.
Fecha de publicación: 4 de agosto de 2005
Las grasas hidrogenadas se emplean con frecuencia en la elaboración de productos como aperitivos salados (palomitas, patatas fritas...), productos precocinados (empanadillas, croquetas, canelones, pizza...), bollería o galletas, alimentos cada vez más demandados.

¿Cómo se obtienen?

Las grasas hidrogenadas son una forma físico-química en la que se pueden presentar las grasas.
El aspecto físico de un alimento graso depende del tipo de grasa que abunde en su composición, según sea saturada o insaturada.
Por ejemplo, la grasa saturada (se denomina así porque todos sus átomos de carbono están saturados de hidrógeno) es sólida a temperatura ambiente, y esto explica que alimentos ricos en esta grasa, como el sebo, el tocino o la mantequilla, tengan un aspecto más sólido. Los aceites vegetales como el de oliva o semillas, ricos en ácidos grasos insaturados (no todos sus átomos de carbono están unidos a hidrógeno, sino que están unidos por dobles enlaces), son líquidos a temperatura ambiente.

No obstante, se puede modificar la composición físico-química de un alimento con el fin de cambiar su aspecto, su textura y sus posibilidades de empleo. Así, los aceites vegetales se pueden hacer más sólidos introduciendo moléculas de hidrógeno en su composición, es decir, hidrogenándolos y transformando sus ácidos grasos insaturados en más saturados de hidrógeno. De este modo se obtienen las denominadas grasas hidrogenadas.


Los fabricantes emplean este tipo de grasas por su bajo coste y porque los productos elaborados con grasas hidrogenadas pueden permanecer durante más tiempo en las estanterías de los supermercados ya que estas grasas tardan más tiempo en enranciarse.
A pesar de su origen vegetal, debido al tratamiento físico-químico que han sufrido, las grasas hidrogenadas se comportan en nuestro organismo como grasa saturada, es decir, como "grasa mala", cuyo exceso contribuye a aumentar los niveles de colesterol sanguíneo. Por tanto, es recomendable revisar el etiquetado de los alimentos y no abusar de aquellos que contengan este tipo de grasas.
Leer la etiqueta, fundamental


En la lista de ingredientes de muchos productos se indica que contiene grasas hidrogenadas o grasas parcialmente hidrogenadas. Aunque la etiqueta haga referencia al origen vegetal de estas grasas -que el consumidor puede asociar a saludable-, en nuestro organismo, este tipo de grasas se va a comportar como grasas saturadas debido al proceso de hidrogenación que han sufrido. Hay evidencia científica de que consumir en exceso alimentos que lleven grasas parcial o totalmente hidrogenadas, se relaciona con un aumento de la tasas de colesterol y triglicéridos plasmáticos, lo que contribuye en parte a la aparición y desarrollo de enfermedades vasculares, como la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la arteriosclerosis.

Ésto hace que sea especialmente importante que personas con niveles elevados de colesterol o triglicéridos en sangre o que sufran cualquier tipo de enfermedad cardiovascular, eviten el consumo de alimentos que contengan este tipo de grasas. Como medida preventiva, es recomendable que la población general sana evite o limite la presencia de estos productos en su dieta habitual, o que de entre varios productos, elija aquellos con menor porcentaje de grasa hidrogenada.

Por tanto, es muy importante revisar la etiqueta de los productos y elegir, siempre que sea posible, aquellos que especifiquen el tipo de aceite utilizado.